Chilenos queriendo quemar chilenos
La generación del incendio forestal del 2 de febrero, y sus consecuencias, nos demostró que no estamos usando con decisión e inteligencia las herramientas que hoy tenemos para evitar las tragedias que causan los incendios forestales. Esperemos no tener que decirlo nuevamente en el futuro.
Lo dijimos antes que empezara el desastre: los incendios forestales no son inevitables
En Chile casi el 100% de los Incendios Forestales son provocados por acción humana, ya sea accidental, negligente o intencional. Las cifras oficiales revelan que de cada 3 siniestros, uno es provocado intencionalmente.
El principal, y casi único, factor gatillante de un incendio forestal en Chile es siempre el ser humano. Al parecer no estamos haciendo lo suficiente por controlarlo.
Las campañas masivas de prevención de IIFF apuntan a una audiencia que no tiene mucho que ver con el problema que no estamos queriendo ver: hay chilenos queriendo quemar chilenos. Se debe hacer más para entender esta dinámica desde la prevención del delito, más que desde la prevención de una emergencia.
Lo dijimos antes de que empezara el desastre: hoy contamos con herramientas para enfrentar esta dinámica criminal
Desde las últimas experiencias de grandes Incendios Forestales (2014 y 2017) se generaron aprendizajes que han devenido en mejoras de procedimientos y protocolos que nos permiten adelantar y gestionar escenarios de riesgo.
Tenemos el instrumental para adelantarnos y evitar la intencionalidad. Pero no los estamos usando de manera inteligente y prospectiva: la combinación inteligente de herramientas de prevención actualmente disponibles como lo son el “botón rojo” de CONAF, el “perímetro de seguridad” de SENAPRED y la “ley de infraestructura crítica” del Ministerio del Interior podrían ayudar a restringir el ingreso de potenciales pirómanos a zonas de extremo riesgo o que registren una alta recurrencia de IIFF (como lo es la zona del Lago Peñuelas). Se evitaría así la generación de focos incontrolables producto de las condiciones del tiempo atmosférico local.
Esta supresión transitoria de libertades individuales apunta a asegurar el bien común, y se funda en el marco jurídico existente sin necesidad de declarar un estado de excepción constitucional por zona de catástrofe.
Experiencias internacionales en países que sufren fenómenos similares como España, Italia o Francia están disponibles para su consideración y análisis de aplicabilidad en nuestro país.
Cuando se alerta a los criminales
Mucho se habló, durante los últimos días de enero de 2024, sobre la “mega-ola de calor” que iba a afectar la zona central. Se entregaron profusamente pronósticos de temperatura, viento y humedad que facilitarían la propagación de incendios forestales a un nivel extremo.
Hoy sabemos que esa información fue clave para alertar a los incendiarios (actualmente detenidos preventivamente) sobre cuál era el mejor día y hora para causar un mega-incendio. Sin querer se entregó información clave para incentivar el sentido criminal de un par de chilenos que sabían exactamente donde y cuando provocar el mayor daño posible a más de 15 mil personas, y finalmente causando la muerte a 137 de ellas.
Lo dijimos antes que empezara el desastre: los incendios forestales se pueden evitar sólo si controlamos con decisión el factor humano que provoca la generación de focos que, ante condiciones extremas, se vuelven incontrolables.
Hoy estamos presenciando la confirmación de una historia que se vislumbró desde un comienzo, cuando la poca información disponible mostraba una intencionalidad clara, producto de una planificación criminal.